viernes, 23 de mayo de 2008

NOVIA


Hace mucho tiempo yo tenia una novia, yo tenia una buena y hermosa novia, me amaba con una devoción tal q no pude resistir la tentación, en el capricho, en la impunidad, en la mentira gratuita.
Ella lloraba en secreto, cuando yo la veía, pues sabia que su llanto me irritaba. Pero un día un incidente q ni siquiera recuerdo me despertó el temor de perderla.
El amor crece con el miedo. I conducta cambio. Me fui haciendo bueno. Quise pagar el daño q había hecho y empecé a vivir para ella.
Le hacia el amor en todos los zaguanes. El cantaba baladas de Héctor Pedro Blomberg.
La llevaba a pasear por los lugares mas hermosos del mundo y generoso solo para merecer su amor.
Pero un día me dejo.
- no te quiero más.- Me dijo y se fue.
Suplique un poco, solo un poco, porq era bueno. Después me puse a esperar la muerte sentado en un lumbral.
Al cabo de un tiempo, aparecieron los celos. Pensé q seguramente me había dejado por otro. Decidí averiguarlo.
Indague a los amigos comunes, pero todos afectaban un aire de trabajosa indiferencia.
Resolví seguirla. Pasaba las noches asechando su puerta. Durante el día, reapostaba en la esquina de su trabajo. El resultado de mis pesquisas fue nulo. Mi novia se desplazaba por circuitos inocentes. Perdí mi empleo, mi salud y hasta mis amistades. Mi vida era una perpetua vigilancia.
Pasaron largos meses sin que nada ocurriera. Hasta que una noche la vi salir de su casa con aire decidido.
Tuve el presentimiento de que iba a encontrase con un hombre, tal vez porque estaba demasiado linda.
La seguí entre las sombras y vi q se detenía en una esquina que conocía bien. Me escondí en un portal. Ella se detuvo y espero, espero mucho.
Cerca de una hora después, apareció un hombre alto, oscuro soberbio. Algo familiar había en su paso. Ella intento una caricia, pero el la rechazo.
Inmediatamente comprendí q el hombre se complacía en verla sufrir y amar al mismo tiempo. Se trataba de un sujeto diabólico. Cada tanto, me llagaban ráfagas de una sonrisa vulgar. No podía concebirse un individuo más vil y detestable.
Caminaron, tomaron rumbo que no me sorprendió.
Al llegar a la luz de una avenida, pude ver q aquel hombre era yo. Yo mismo, pero antes. Con el desden cósmico que tanto me había costado borrar del alma, con la maldad de mis peores épocas. Con la impunidad de los necios.
No pude soportarlo. Pensé en cruzar la calle y pegarme una trompada, pero me tuve miedo. Quise gritar, ordenarme a mi mismo dejar tranquila a aquella muchacha. Pero el imperativo no tiene primera persona y no supe decirme.
Se detuvieron un instante y pase delante de ellos. Ella no me vio. Yo si me vi. Me mire con un gesto de advertencia.
Después los perdí de vista y me quede llorando.


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